El escritor Viet Thanh Nguyen, hijo de refugiados vietnamitas, vive en Los Ángeles, California. El mismo lugar donde el presidente estadounidense envió a la Guardia Nacional y a la Infantería de Marina para sofocar las protestas contra las redadas antiinmigrantes. Otro episodio más del reality show de Trump.
Este artículo es un artículo de opinión, escrito por un autor externo al periódico y cuyo punto de vista no refleja las opiniones del personal editorial.
Estaba en una playa de Malibú el fin de semana del 8 de junio cuando se supo la noticia. El clima era perfecto, el cielo azul celeste, ese momento tan perfecto que parece encarnar el sueño californiano, el que ha atraído a turistas, buscadores de oro y colonos pioneros a Los Ángeles durante décadas. Mi hija de 5 años construía un castillo de arena, mi hijo corría por la playa, y a nuestro alrededor había familias de todo tipo: blancas, negras, latinas, asiáticas…
En resumen, una pesadilla para Donald Trump , quien aborrece California y todo lo que representa: básicamente, por eso envió un ejército entero de agentes del ICE ( Servicio de Inmigración y Control de Aduanas ) y del FBI, con chalecos antibalas y vehículos blindados, al Distrito de la Moda de Los Ángeles, la zona donde se concentran las empresas de ropa, repitiendo esa vieja costumbre estadounidense: invadir una ciudad llena de gente no blanca. Y ahora también nos enteramos de que la policía fronteriza había realizado una redada en una tienda Home Depot [de electrodomésticos] en el suburbio de Paramount, de mayoría latina.
Trump quiere "liberar" a Los Ángeles de la "invasión migratoria" de México, El Salvador, Venezuela, etc. Me preguntaba si yo, un refugiado de Vietnam que llegó a este país a los 4 años, formaba parte de esta invasión migratoria. Supongo que sí. Sé que a los asiáticos a menudo se les utiliza como herramientas, se nos obliga a vestir el disfraz de "buen inmigrante" . Por eso, los asiáticos son muy visibles en esta administración Trump, ya sea Kash Patel en el FBI o Usha Vance, la esposa del vicepresidente [de origen indio, nota del editor] . Pero esta fachada no debería hacernos olvidar que los asiáticos también fueron expulsados masivamente, cuando su presencia se percibía como una amenaza económica.
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Los vietnamitas están muy presentes en la metrópolis de Los Ángeles. Por ejemplo, en el condado de Orange, rebautizado como "Pequeño Saigón", Los Ángeles es un milhojas. En el condado de Los Ángeles, el valle de San Gabriel es predominantemente asiático; justo al sur, se encuentra la Pequeña India. En la ciudad de Los Ángeles, se encuentran el Pequeño Tokio, el Barrio Coreano, la Pequeña Etiopía, el Pequeño Bangladesh y el Barrio Chino. En Glendale [una ciudad del condado de Los Ángeles] , el 40% de la población es armenia. Y en Westwood, un barrio de Los Ángeles incluso se llama... "Tehrangeles": aquí se han asentado los refugiados iraníes y sus descendientes. Todo esto ha creado una cultura muy específica, una mezcla híbrida y estimulante de idiomas, gastronomía e ideas, provenientes de todas estas diásporas que llegan a este territorio debido a las guerras y la devastación, a menudo causadas por Estados Unidos.
Trump, los villanos de los cómics y Shakespeare
Es por eso que Los Ángeles, y toda California, es una bestia negra para Trump y su compinche Stephen Miller[Subjefe de Gabinete de la Casa Blanca] . Miller también es nativo del condado de Los Ángeles, viene de Santa Mónica, es un representante de la minoría conservadora. Ha emprendido una cruzada contra la diversidad, especialmente en Los Ángeles, su tierra natal. Supongo que deberíamos tomarlo en serio, pero es difícil porque se parece mucho a los villanos de los cómics , un poco a su maestro Trump. A Miller y a Trump, no podemos imaginarlos como los héroes de una tragedia shakespeariana. A diferencia de sus predecesores, el californiano Richard Nixon y su asesor Henry Kissinger. Kissinger, al menos, era un intelectual, su visión del mundo era brutal, sí, pero podríamos aprender de ella, incluso si al final todo condujo al bombardeo masivo de Camboya que condujo al genocidio jemer. En cuanto a Nixon, parecía poseer cierta noción de dignidad: eligió renunciar en lugar de enfrentar un juicio político.
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Trump, en cambio, está más allá de todo eso. No siente vergüenza ni culpa; es brutal, grosero y sin filtros. No podría ser el héroe de una tragedia shakespeariana; de lo contrario, su papel sería, como mucho, el de un Yago, que provoca la caída del héroe. Y el héroe arrastrado por la caída, en esta tragedia, sería nuestro país, Estados Unidos. Un país dividido, desgarrado por su historia, por su conciencia moral, semejante a Ricardo III y otros reyes de las tragedias de Shakespeare, reyes siempre terriblemente vulnerables, al borde de ser arrastrados por sus ilusiones, siendo la ilusión más básica su obstinada creencia en su inocencia. Pero así son los Estados Unidos. Esta larga historia de violencia y esta obstinada propensión a olvidarla. Esto explica por qué, cada vez, nos quedamos atónitos. ¿Qué, otra vez? ¿Ha provocado Estados Unidos, una vez más, una guerra? ¿Ha ocupado un territorio? ¡Ya deberíamos estar acostumbrados!
En febrero, viajé a El Salvador, coincidiendo con el secretario de Estado Marco Rubio (hijo de refugiados cubanos nacido en 1971 como yo, estadounidense gracias al mismo derecho de nacimiento que Trump quiere revocar). Durante esta visita oficial, Rubio firmó un acuerdo con su presidente, Nayib Bukele, para usar una prisión en El Salvador y enviar allí a todos los presuntos criminales que Estados Unidos quería deportar. Entre Bukele y Trump, es la luna de miel. Y me recuerda aquel discurso de Reagan, hace cuarenta años, en plena Guerra Fría. Explicó que El Salvador estaba en la mira de los enemigos comunistas. ¿La famosa teoría del dominó, puesta a prueba en toda la antigua Indochina, que conduciría a la desastrosa guerra de Vietnam? También se extendería a Centroamérica. Una vez sembrado el caos en el Sudeste Asiático, tras la caída de Saigón el 30 de abril de 1975 y la derrota estadounidense, había que encontrar otro terreno de juego. Este sería Centroamérica. Reagan repitió: «Tenemos una herencia común, adoramos al mismo Dios». Ya era esta noción de una «Gran América», que se extendía más allá de las fronteras, la misma que Trump invoca hoy cuando habla de anexar Canadá, Groenlandia y Panamá . ¿Conquistar y destruir? Es el ADN de nuestro país. Pero Estados Unidos padece este pecado de inocencia: es esto lo que nos lleva a provocar siempre tragedias en otros, es también lo que nos prepara para la caída... La trágica caída del imperio estadounidense.
Con todo su cinismo, toda su virulencia al proclamar su inocencia (incluso por delitos por los que ya ha sido condenado), Trump es el mejor instrumento para acelerar esta caída. Odia la imagen de Estados Unidos que representan Los Ángeles y California, este pueblo de inmigrantes, esta élite multicultural. Quiere erradicarla. Reemplazarla con la versión MAGA (Hacer que Estados Unidos sea Grande), una América poblada por los llamados estadounidenses "reales" . Pero separar a uno del otro es como intentar separar a dos siameses. Si cortas a uno, matas al otro. Sin Los Ángeles y California, Estados Unidos muere.
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Trump no es un héroe shakespeariano. Parece más propio de un reality show. O de una película de superhéroes, con Miller, su caricaturesco compañero, quien ya está estableciendo, mediante interjecciones e insultos, un diálogo cómico. ¿Su discurso oficial? ¡Solo deportamos criminales! Pero Miller no pudo evitar decir la verdad en esta reunión con agentes del ICE, a quienes "destripó" porque no habían deportado a suficientes personas. Según uno de los testigos: "Stephen Miller quiere que arrestemos a todos. Nos preguntó: ¿Por qué no están en Home Depot? ¿Por qué no están en 7-Eleven [una tienda de conveniencia] ?". Arrestar a "todos" se refiere a cualquiera que parezca un inmigrante indocumentado; en resumen, una persona de color, latina, negra o asiática. De nuevo, no hay una comunidad protegida: un padre de Little Saigon arrestado por el ICE fue transferido y acaba de ser deportado a Vietnam, sin juicio.
Una crisis fabricada por Trump
Desde la distancia, podría parecer que la ciudad es un caos. No es así. En general, Los Ángeles estaba muy tranquilo, aunque hubo disturbios ocasionales. [Ese fin de semana del 14 de junio, el centro seguía bajo toque de queda]. Pero Los Ángeles es una ciudad de 3,9 millones de habitantes; ¡el condado de Los Ángeles tiene 9,7 millones! Así que fue extraño ver estas imágenes de guerra civil en la pantalla de mi teléfono, con agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles lanzando gases lacrimógenos contra los manifestantes, como si toda la ciudad llevara equipo antidisturbios.
Sí, hay una crisis en Los Ángeles ahora mismo. ¡Pero no fueron quienes protestan contra las deportaciones de inmigrantes quienes la causaron! Esta crisis fue creada por la propia administración Trump, que llama a los manifestantes "alborotadores" , a pesar de que, según varios relatos, estas manifestaciones fueron pacíficas. Pero ahí lo tienen. Para Miller, se trata de una "insurrección organizada" contra el Estado de derecho. Todo esto es orwelliano. Porque si de verdad hay una insurrección real contra el Estado de derecho, no fue en Los Ángeles, sino el 6 de enero [de 2021] , durante el ataque al Capitolio... "El Partido les dijo que rechazaran el testimonio de sus ojos y oídos. Esa fue su orden final y más esencial", escribió Orwell en "1984". Eso es exactamente lo que nosotros, los habitantes de Los Ángeles, sentimos con nuestros ojos y oídos cuando escuchamos las mentiras de Kristi Noem, Secretaria de Seguridad Nacional, quien dijo sobre Los Ángeles: "Esta no es una ciudad de inmigrantes, es una ciudad de criminales". Y el Partido Republicano, que habitualmente defiende el derecho de los estados a la autodeterminación, se apresuró a aplaudir la violación de un estado por parte del gobierno federal y el despliegue de fuerzas armadas contra ciudadanos comunes.
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Para ser justos, los demócratas también tienen cierta responsabilidad. Las expulsiones masivas de inmigrantes no empezaron con Trump. Con Obama, se deportó a 3 millones de inmigrantes; con Biden, fueron más de 4 millones. ¡De hecho, eso es más de lo que Trump hizo durante su primer mandato! Pero la diferencia es que Trump está decidido a convertir la deportación de migrantes en un espectáculo. Un espectáculo cruel. E incluso, para algunos, entretenimiento.
El Partido Demócrata nunca protestó realmente por estas deportaciones masivas. Tampoco lo hicieron Los Ángeles ni Hollywood. Al fin y al cabo, este es el corazón de la industria del entretenimiento y el poder blando, que siempre ha servido a la propaganda bélica. Los Ángeles inventó los reality shows, un programa como "El Aprendiz" y creó a este monstruo moderno, Trump, quien, aunque neoyorquino de nacimiento y floridano por elección, en el fondo es típicamente angelino por temperamento. El de un influencer que disfruta navegando por las aguas turbias y contaminadas de las redes sociales.
Sociedad del espectáculo
El legendario letrero de "Hollywood" domina la ciudad. Me recuerda que en Los Ángeles vivimos constantemente bajo los auspicios de esta sociedad del espectáculo. Fue allí, ese domingo cuando llegó la Guardia Nacional a la ciudad , donde llevé a mis hijos a dar un paseo. Me sentí un poco culpable por no haber estado en las protestas. Ya había llevado a mis hijos a protestar antes, pero tenía miedo de la violencia. No la violencia de los manifestantes, sino la violencia de la policía.
En ese momento, volví a sentir esa sensación de disociación. Un poco como cuando veo esas horribles imágenes en redes sociales en Gaza, una masacre perpetrada con la bendición de Estados Unidos, el principal proveedor de armas de Israel. A veces es difícil disfrutar de los hijos sin pensar en esos otros niños, los que están siendo bombardeados y muriendo de hambre en Gaza, o los que Trump arrebata de los brazos de sus padres inmigrantes, los mismos inmigrantes a los que Trump llama "animales".
Trump lo llama "invasión". Esto le permite enviar 4.000 guardias nacionales y 700 marines a Los Ángeles para sofocar una invasión migratoria inexistente. Lo está convirtiendo en un espectáculo. La Ciudad de los Ángeles se ha convertido en una "Faluya del Pacífico", con el ejército estadounidense desplegado para combatir al enemigo desde dentro. Pero esta demostración de fuerza podría ser otra manifestación de la arrogancia del Imperio. La arrogancia es lo que siempre ha llevado a la caída del Imperio estadounidense en sus guerras, ya sea en Vietnam, Irak o Afganistán.
“Tuvimos que destruir la ciudad para salvarla”. Eso dijo un alto oficial estadounidense en Ben Tre, una ciudad de Vietnam arrasada tras la Ofensiva del Tet en 1968. ¿Destruir para salvar? Ese podría ser el lema de Trump. Si cualquier otro país hiciera lo que hace la administración Trump (secuestrar gente en la calle, deportarla sin juicio, intentar tomar el control de las universidades , enviar al ejército), Estados Unidos lo consideraría dictatorial.
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El espectáculo trumpiano nunca termina. Por eso se organizó el desfile militar de este fin de semana: para impresionar a los partidarios de MAGA e intimidar, incluso amenazar, a los oponentes.
Las amenazas y la violencia a veces se vuelven muy/demasiado reales: basta con ver el asesinato de Melissa Hortman , representante demócrata de Minnesota, y su marido, unas horas antes del desfile.
Pero me niego a perder la esperanza. Pienso en la flotilla "Madleen" que intentó ir a Gaza a entregar ayuda, donde estos activistas fueron interceptados y arrestados por Israel con pretextos engañosos; por todo Los Ángeles, la gente salió a defender a sus vecinos inmigrantes. Estuvieron allí este fin de semana, en masa, en las manifestaciones "Sin Reyes", en Los Ángeles, pero también en todo el país.
En ambos casos, se trata de personas que han entrado en la resistencia. Que creen en la solidaridad. Solidaridad: eso es lo que más temen los regímenes autoritarios. Un régimen autoritario siempre intentará dividir y gobernar. Si algo emerge de la niebla de Los Ángeles, nuestra famosa contaminación , es esto: necesitamos más solidaridad. Para sobrevivir. Para sobrevivir a este trágico reality show a escala real que Trump nos impone.
Traducción de Doan Bui.
BIO EXPRESS
Viet Thanh Nguyen es escritor. Su novela "El Simpatizante" (2017) ganó el Premio Pulitzer y fue adaptada a una serie de HBO por el director surcoreano Park Chan-wook. Sus otras novelas y ensayos, "El Devoto" (2021) y "Nada Muere" (2019), están publicados por Belfond. Su autobiografía, "El Hombre de Dos Caras", se publicará en septiembre, también por Belfond.
